martes, 28 de noviembre de 2017

Devirgando analmente a mi novia

Por si alguien no conoce toda la historia, Raquel es mi novia. Nos conocimos en un trío con uno de los tíos que me tiro habitualmente y quedamos prendada una de la otra. Ella prefiere mujeres, pero de hecho acaba follando casi tanto con hombres como con mujeres porque, como yo, adora tener toda la boca ocupada por una buena polla. Por supuesto, el sexo vaginal lo disfruta como la que más.Sin embargo, nunca se ha dejado dar por culo, y de algún modo, pese a comerse las pollas de tres en tres y tener el coño bien abierto, eso le daba una inocencia que me volvía loca. Ella me domina y me tiene a su merced en el sexo pero por un día, yo la dominé a ella.
Tras unos meses conociéndonos y follando (sobre todo esto) lo nuestro traspasó el sexo y comenzamos una relación, pese a lo poco dadas que somos ambas para eso. Por supuesto, es una relación abierta.

Por eso Raquel me dejó a mí, y no a ningún tío, ser quien la desvirgara por el culo. Ese día me preparé a conciencia. Me recogí el pelo en dos coletas, como le gustaba a ella, y le empecé comiendo el coño un rato, relajándola y lubricándola. El coño de Raquel sabe riquísimo, me encanta pasar la lengua por sus labios, rozar el clítoris, introducirme dentro y sentir cómo aumenta el flujo vaginal...Me levanté y me puse a cuatro patas mientras ella se ponía un arnés con una polla para follarme. Normalmente usábamos arneses dobles que nos penetraran a la vez, pero si queríamos durar más utilizábamos el normal. Raquel se puso uno normal, pero de los más grandes, y me lo metió por el culo. A mí me entraban fácilmente por mi costumbre. Quería que me follase primero a mí el culo para que recordase lo rico que se siente ver el culo abierto de tu compañera, tirar de su pelo como ella tiraba de mis coletas y oír sus gemidos. Yo también iba a hacerlo después. Las embestidas que me daba Raquel eran propias del mejor de los hombres, como si hubiera nacido con polla. Me sacudía hacia adelante y hacia atrás.
Mi plan era parar antes, pero sin ni siquiera haberme tocado el coño me llegó el primer orgasmo. Decidí parar ahí y le mandé apartarse, muy a mi pesar y jadeando. Quería que me siguiese jodiendo el culo pero quería mas hacérselo yo. La besé y me junté a su cuerpo deseosa. Noté en mis pechos sus pezones clavándose, duros. Al pasar la mano por su coño se lo noté aún mas mojado. A mi putita le encantaba someterme por el culo.
Me puse yo un arnés, pero más pequeño que el que ella había usado conmigo. llevé a Raquel enfrente de un espejo grande que tenía en su habitación, de forma que me viese al metérsela. Además allí habíamos colocado una cámara para grabarlo, y había otra pequeña colocada en mi arnés que utilizaba siempre ella cuando me follaba. Se había recogido el pelo para que yo también tirase de él como ella hacía. La puse delante de mí e hice que agachara el torso. Por fin iba a sentir lo que era la penetración anal y yo sería la elegida para hacérselo. Empcé metiéndole un dedo. Se puso rígida y jadeó un poco de dolor, así que para hacérselo más llevadero le iba masajeando el clítoris. Parecía antinatural esa carita de inocente virgen en aquella zorra. Apoyaba las manos en la cama y su culo estaba en pompa delante de mí. Veía sus tetas colgando por la posición, grandes y tiernas. Quizá debí haber hecho más preliminares pero necesitaba verla ya gimiendo y disfrutando, así que no tardé en meter otro dedo más. Raquel se sacudió y con ella sus tetas. Qué difícil era controlarse viendo eso. Tras un poco de tiempo acostumbrándose le saqué los dedos y le metí la punta del consolador. Fui a poco a poco, mirando su cara con las mejillas encendidas, el ceño fruncido y la boca abierta, apretando los dientes y soltando pequeños gemiditos. Dudaba de si me gustaba más su cara o su culito delante de mí, abierto y con una polla (aunque fuese de mentira) entrándole. Se me estaba haciendo muy difícil ir despacito, menos mal que no me había puesto el arnés que me penetraba a mí también porque no me habría resistido tanto. Echaba hacia atrás y volvía a metérsela, a cada vez un poquito más.

Al rato, cuando ya se había acostumbrado un poco y gracias también a que le estimulaba el coño y la ponía cachonda, fui viendo como los gemidos se volvían de placer. Empecé a moverme sacándosela y metiéndosela con más rapidez, aunque aún no del todo. Las tetas se le iban sacudiendo con las embestidas y aumentó el volumen de los gemidos. Aparté la mano con la que le estimulaba el clítoris para agarrarle el culo con las dos manos. Quería que se centrara en el placer anal. Me ponía cachondísima tenerla a mi merced agachada, gimiendo, con los ojos cerrados, las mejillas rojas y la boca abierta. Cada vez que me metía un poco más gemía de pronto, con dolor, hasta que se acostumbraba. Y eso que no era una polla muy grande, la habíamos comprado especialmente para ese momento. Pronto tendría que acostumbrarse a más, a que le entraran como a mí.
Me puse más cachonda de pensar en el futuro momento en el que viese cómo una buena polla enorme le entraba por ese culo, así que me dispuse a cambiarme el arnés por uno que también me penetrase. Necesitaba satisfacerme ya. Tenía el coño ya empapado y ansioso. Pero Raquel me paró. Me dijo que le gustaba pero aún le dolía un poco y no quería que le diese más fuerte.
- ¿Me quería correr dándote por el culo y no me vas a dejar? - dije molesta. Entendía que estuviese dolorida pero era mi turno de disfrutar. Fui hacia la cama mientras la llevaba agarrada del pelo. Me quité el arnés y abrí las piernas - Cómeme el coño, me lo debes.
Inmediatamente obedeció, consciente de que ahora me debía placer. Se arrodilló y metió la cabeza entre mis piernas. Su lengua empezó a hacer maravillas en mi clítoris, y luego introduciéndose en mi vagina. Tal como me gustaba, no empezó poco a poco sino que me lo comía con ansia, con deseo.
Seguramente mi coño tan mojado como estaba a esas alturas se le hacía irresistible. Empecé a notar el cosquilleo del orgasmo cuando llevaba un rato con mi clítoris . Pasaba la lengua por él y después la introducía un poco, para volver al principio. Le cogí la cabeza por la nuca para que metiese más la lengua mientras me incliné para verla hacérmelo. Allí estaba con los ojos cerrados y su lengua experimentada pasando como loca por mi coño.
- Eres una virgen de mierda - dije. Ella siempre me insultaba al follar y me ponía muchísimo. Sabía que le pasaría lo mismo. A partir de ese momento no pude parar. Los gemidos y los insultos se alternaban - Cómeme el coño, zorra. Sí que te tiene que estar doliendo el culo que ni te estás concentrando bien en comérmelo.

Me lo estaba comiendo genial pero no iba a darle la satisfacción de saberlo. Noté el orgasmo llegar, finalmente, recorrerme todo el vientre y envolverme. Mis rodillas se cerraron prestando a Raquel contra mí y le incliné la cabeza más entre mis piernas para que no pudiese mirarme morderme los labios, aguantándome los gemidos. Seguramente habría podido darme muchos más orgasmos a base de comermelo, pero la paré. Necesitaba hacer otras cosas con ella, y castigarla.

- Para, para, que lo estás haciendo fatal.
- Pero si estoy haciéndolo como siempre - me respondió
- Pues no me gusta, y no me repliques - le di una torta. Su carita culpable por no satisfacerme quedó con la boca abierta, las mejillas rojas, y me puse más cachonda. Me levanté y fui al armario donde estaban nuestros juguetitos, el sitio donde guardábamos también los arneses que habíamos utilizado hoy. Cogí el consolador más grande. - Me das pena de lo virgen que pareces hoy, así que te voy a recordar lo abierto que tienes el coño.Túmbate.

Inmediatamente se subió a la cama y se tumbó. Me puse encima y le metí dos dedos en el coño. Me salieron completamente cubiertos en flujo. Estaba cachondísima, tanto o más que yo. Cuando le metí el consolador se estremeció y soltó un suspiro de alivio. Con lo que había costado meterle algo por el culo, y por el coño le entraba una polla gigante sin ningún problema. Cuánto se había perdido Raquel con el anal. Pronto le dejaría el culo tan abierto y acostumbrado como el coño. Puse la cabeza entre sus piernas y empecé a chuparle el clítoris mientras seguía metiéndole y sacándole el consolador. Hacía círculos con la lengua al mismo tiempo que movía de la misma forma el consolador dentro de ella. Empezó a gemir más fuerte. Cuando noté que llegaba al orgasmo, me aparté y se lo saqué del todo

- No, no...sigue...- me suplicó. Había acertado, le había cortado el orgasmo. No le hice caso, estaba castigándola. Me metí el consolador en la boca, chupando todo el flujo que tenía. Vaya mono me estaba entrando de comerme un pollón. Me enfadé más porque ahora me apetecía romperle el culo a Raquel y comerme una buena polla, y no podía hacer ninguna de las dos. Seguí chupando un rato hasta que la dejé bien limpia. Qué bien sabía el flujo de mi putita. La ví llevarse una mano al coño para seguir dándose placer ella misma y la paré.
- ¿Te tengo que atar para que estés quieta? - dije. Me subí encima de ella y llevé su mano a mi coño - Espero que esa manita fuese para hacerme un dedo a mí.
Obedeció sabiendo que merecía el castigo y me metió los dedos mientras me tocaba el clítoris. Disfruté un rato, pero la hice parar antes de perder el control. Volví a colocarme delante de su coño y le metí el consolador de nuevo, esta vez de un golpe. En vez de un suspiro de alivio soltó un gemido. Volví a comerle el coño a la vez que sacaba y metía el consolador. Gemía a todo volumen. El orgasmo le llegó mucho antes, pero de nuevo paré todo y la oí gemir de impotencia.

- ¿Qué quieres? - pregunté
-Correrme, sigue, sigue...-suplicó
-Pero si tú no me dejaste correrme a mí dándote por el culo. Ahora te jodes. Yo no estoy aquí para hacerle favores a vírgenes de mierda. - le dije despacio, susurrando. Me había vuelto a subir encima de ella y rozaba mi coño por su vientre, dejando un rastro de flujo - Solo sabes calentar y luego dejar a medias. Vas de que quieres polla y cuando te meten una de plástico gimoteas.
Me levanté de encima de ella, y se lo metí de nuevo. Sabia que esta vez tardaría aún menos en llegar al orgasmo, después de todas las veces que le había cortado justo antes. Me tumbé encima de ella y le empecé a susurrar al oído "zorra", "zorra", zorra". Aumentó de nuevo el nivel de sus gemidos y yo le grité con más fuerza. Paré nuevamente de pronto.
- Por favor, por favor - volvió a suplicar. Decidí darle lo que quería. Me volví a levantar y fui a por un arnés doble para finalizar por fin aquello.. Debería haberla seguido castigando pero mi propio coño me pedía que le metiese algo y ya tenía muchas ganas de follármela. Una vez tuve yo dentro una de las pollas le metí la otra a Raquel de un golpe y empecé a moverme como loca encima de ella. Los gemidos de las dos se unían y aumentaban de volumen. Empujé todo lo que pude para metérsela hasta el fondo con cada embestida, a la vez que se me metía hasta el fondo a mí también. Había privado a Raquel del orgasmo tantas veces que duró poquísimo antes de correrse por fin. Para ella era una follada de necesidad más que de placer.
-Qué puta inútil, mira cómo te corres de rápido - le dije mientras aún duraban los últimos segundos de su orgasmo - Ya no tengo tan claro que seas una zorra, creo que eres una monja, una puta estrecha que no aguanta nada.
Podría haber seguido dándole orgasmos pero con uno, con lo mal que se había portado, era suficiente. Yo sí quería varios orgasmos, así que me quité el arnés y me senté sobre su cara. Supo directamente qué hacer y me comió el coño dedicándose a ello por completo. Disfruté de esa comida  lo grande, gritándole y separando las piernas todo lo que podía para que su lengua llegara bien donde quisiera. Por fin me llegó el clímax otra vez y metí prisa a esa puta para que me lo comiera bien mientras disfrutaba del orgasmo. Tiré del pelo de su nuca y le ordené que lo hiciese mejor. Después me levanté y observé su boca llena de mis flujos vaginales. Necesitaba más.
Cambiamos de postura, esta vez la mandé arrodillarse en el suelo y abrí las piernas todo lo que pude. Me estuvo comiendo el coño más de una hora, y perdí la cuenta de los orgasmos: cuatro, cinco.... Tenía el coño chorreando, me había corrido tantas veces que estaba agotada. Mi flujo cubría toda la boca de Raquel, que incansablemente buscaba darme más placer. Cada vez que notaba que estaba teniendo un orgasmo se empleaba más buscando cada recoveco de mi coño, llegando con su lengua y sus dedos mágicos a cada rincón. Me quedé dormida de agotamiento mientras pensaba en la próxima vez que le rompería el culo. Ya estaba ansiosa, ahora teníamos otra cosita más con la que jugar.